En marzo de 2008, acompañados por una joven profesora de la Universidad de Colonia que nos sirvió de intérprete (nunca pensamos que el deseo de que nuestros hijos aprendan idiomas pueda contribuir con el tiempo a mantenerlos tan lejos de nosotros), visitamos el Archivo de Heinrich Böll. Muy poco después de nuestra visita, todo el legado del Premio Nobel alemán fue adquirido por el Archivo Histórico de la Ciudad y trasladado al edificio que se derrumbó el 3 de marzo de 2009.
En aquella ocasión, pudimos examinar y tener en nuestras manos numerosos documentos que, posiblemente, dada la magnitud de la tragedia, hoy no existan. (No nos han podido facilitar información al respecto).
En la foto, la joven profesora, en la sede anterior del archivo, muestra la máquina con la que Böll escribió su Opiniones de un payaso, obra de la que somos entusiastas admiradores.
Valiosísimos documentos que se remontan a la Edad Media están a salvo, ya que se encuentran microfilmados en la mina Barbarastollen, cerca de Friburgo; pero, lógicamente, dado el poco tiempo transcurrido desde su adquisición, no es este el caso del legado de nuestro admirado Heinrich Böll.
Como Hans Schnier, el payaso, nosotros COLECCIONAMOS MOMENTOS.
